viernes, 21 de febrero de 2014

"DIARIO DE VIAJE 4: Mae Hong Son"

Era lunes, un día perfecto para madrugar y ponerse rumbo hacia un nuevo lugar por descubrir. Ese lugar era Mae Hong Son.  Así pues, esa mañana abandonamos temprano Chiang Mai para coger una minivan (furgoneta pequeña) pública para dirigirnos hacia una de las ciudades tailandesas más próximas a la frontera con Myanmar  (Birmania). De Chiang Mai a Mae Hong Son hay una distancia de 368 km que se traducen en unas 6 horas y en unas 1864 curvas. Por esa razón mucha gente opta por coger un avión desde la primera ciudad y así, ahorrarse el infernal y largo trayecto por carretera que supone cruzar las abruptas montañas que encierran el asfalto durante este viaje. Lo denominamos “infernal” puesto que el trayecto se hace interminable ya que supone estar 6 horas , o a veces más, dentro de una furgoneta con un par de paradas de 15 minutos encadenando una curva cerrada y empinada con otra hasta llegar hasta Mae Hong Son. Así pues, creemos que este viaje no es apto para cualquier persona. Nosotros tuvimos que echar mano de pastillas para el mareo e intentar dormir durante todo el trayecto para que el viaje se hiciera más llevadero.  




La provincia de Mae Hong Son constituye una de las mayores reservas boscosas de Tailandia y en ella se halla, además, una gran variedad de tribus de montaña, como por ejemplo, la extensa tribu de refugiados birmanos, Karen, más conocida como la tribu de las “mujeres jirafa”.


La ciudad de Mae Hong Son es una remota ciudad anclada en el extremo noroeste de Tailandia envuelta por frondosos bosques de montaña y preciosos valles. La población destaca por ser un enclave en el que no deciden parar muchos turistas lo que la convierte en un lugar perfecto para quien desea disfrutar de una sosegada estancia en la Tailandia más virgen y auténtica. Muchos de los viajeros sólo paran en esta bella ciudad norteña para visitar alguna de las tribus Karen y es una lástima puesto que la ciudad y sus alrededores esconden una gran belleza que se mantiene todavía oculta para muchos. 





Mae Hong Son es una pequeña urbe de apenas 6000 habitantes que ha ido creciendo alrededor de un bonito lago caracterizada por el tranquilo ambiente que se respira en sus calles. Resulta un destino perfecto para descansar y dejarse maravillar por la belleza de sus gentes y de sus alrededores y creednos si decimos que allí es donde encontramos a la gente más agradable y bondadosa de nuestro viaje por Tailandia.


Las papeleras de Mae Hong Son.
Nuestro primer día en Mae Hong Son lo dedicamos a instalarnos en el primer lugar que encontramos ya que estábamos reventados después del largo viaje desde Chiang Mai. Una vez pudimos asearnos y descansar un poco, fuimos a dar una vuelta por la ciudad cuando ya el día dio paso a la noche. Sus calles permanecían oscuras y deshabitadas pero no nos parecían para nada inseguras. Diversos sonidos nos acompañaban durante nuestro paseo; numerosos “sapos de cloaca” salían brincando de sus escondites en busca de algún manjar mientras los grillos le cantaban a la noche. 

Dándole las buenas noches al sapito. 

Los alrededores del lago es donde reside la actividad más social y comercial de la ciudad. Numerosos puestos de comida y de productos de artesanía circundaban aquella gran masa de agua. Pequeñas lucecitas dispuestas sobre los puestos de venta y alrededor de los templos suponían la única iluminación del lugar. Una iluminación tenue pero suficiente que embellecía todavía más aquella zona. El lago dejaba una bonita estampa que deseaba ser plasmada a modo de instantánea pero de noche era sin duda algo digno de observar más que de fotografiar.  

En el mercadillo nocturno de Mae Hong Son.
               


A veces nos perdemos la magia de un instante por querer dejar constancia de él mediante una imagen.  Después de este viaje, creo que las fotografías que se toman desde la retina de nuestros ojos son más trascendentales que las que se toman desde la mirilla de nuestras cámaras ya que una instantánea bien tomada con nuestra mirada es mucho más duradera y tiene mucho más sentimiento que cualquier otra hecha con algún material fotográfico. Sin embargo, siempre habrá esas pocas pero increíbles fotos que marquen la diferencia y que sean tan buenas y tan capaces de transmitir tanto, que nos trasladen a ese mismo momento mágico que igual, ya han podido olvidar nuestros ojos. El éxito del viajero tal vez se halle en ser capaz de conseguir ambas cosas.


Acabamos nuestro primer día en la ciudad cenando en un famoso restaurante (Fern restaurant) repleto de gente local y no de “farang” (extranjeros). Era un gran salón con muebles y suelos de madera repleto de familias donde había un simpático músico amenizando la velada. La camarera que nos atendió nos sorprendió hablando un poquito de español. Comimos bastante bien y el trato fue excepcional. Terminamos nuestra noche dando un tranquilo paseo hasta nuestro hostal. Queríamos descansar pronto para poder aprovechar bien el siguiente día.  

El restaurante Fern.
El martes por la mañana decidimos no hacer planes e improvisar y dedicarnos únicamente a conocer  la ciudad. Quisimos cambiar de alojamiento puesto que, a pesar de que el hostal en el que pernoctamos estaba regentado por una madre y una hija muy amables y era bonito, los baños eran compartidos y había un poco de ruido ya que la habitación estaba pegada a la calle. El cambio no fue considerablemente a mejor pero teníamos más privacidad, menos ruido, era más barato y la ubicación, junto al lago, nos encantó.


Vistas desde la habitación.
Nuestra habitación en "Johnnie-house"
Dedicamos el día a hacer unas compras, comprar el billete de minivan a nuestro próximo destino (siempre comprábamos con un par de días de antelación para asegurarnos un lugar) y dar relajados paseos por la ciudad. El tiempo no nos acompañó en Mae Hon Son ya que por la tarde empezó a llover con fuerza con lo que regresamos temprano a nuestra habitación.
Al día siguiente queríamos alquilar una moto e irnos de excursión por los alrededores de Mae Hon Son. Sin embargo, el tiempo permanecía muy inestable y pensamos que probablemente no sería una buena idea. De todas maneras, queríamos conocer un poco las afueras y visitar algún poblado Kayan (poblado de las “mujeres de cuello largo” o “mujeres jirafa”) que no fuera tan visitado. Decidimos finalmente contratar una excursión con una famosa agencia de la ciudad regentada por gente local. Fue casi una excursión privada porque solo nos acompañaron dos simpáticas mujeres más y en el poblado no nos cruzamos más que a un par de turistas al final de nuestra visita. El guía se mostró muy atento y amable y nos explicó muchas cosas interesantes sobre la población autóctona y sobre los refugiados birmanos que fueron a parar a Tailandia.

Los bonitos alrededores de Mae Hong Son.




Antes de llegar al poblado, paramos en varios lugares para disfrutar de la naturaleza de abundante y espesa vegetación y de la belleza de sus paisajes montañosos y valles rodeados de riachuelos. También pudimos observar  cómo trabajaba la gente en los campos de cultivo y la manera rudimentaria con la que construían sus hogares. Sin duda, aquel lugar era precioso y nos hubiera gustado haber pasado más tiempo conociendo esa remota provincia del norte de Tailandia.






Más tarde llegamos al poblado Kayan, también denominado "Karen" o "Karenni", de “Baan Mai NaiSoi”, a unos 35 km de Mae Hong Son. Esta aldea ha constituido el hogar de esta minoría étnica de origen tibetano-birmano-mongol durante más de 20 años. Se cree que estos habitantes se asentaron en Birmania después de abandonar el desierto del Gobi, en Mongolia hace 2000 años. Estos hombres y mujeres que comprendían por aquel entonces una población de unas 7000 personas huyeron de Birmania (su país natal por aquel entonces) debido a la gran represión que ejercía la dictadura militar en Myanmar durante la década de los 80 y 90, ya que ésta pretendía exterminarlos. El gobierno de Tailandia decidió dejarles resguardarse en su territorio bajo la condición de que cuando una vez el conflicto en su país cesara, cruzarían de nuevo la frontera para volver a su país de origen. Tailandia, algunos países del Sudeste Asiático y diversas asociaciones no gubernamentales han contribuido a que estas aldeas tuvieran los recursos necesarios para vivir. Éstos les han ido facilitando recursos sanitarios, educativos y económicos para poder subsistir por ellos mismos, alejados de cualquier contacto con alguna otra población tailandesa. 

Entrada al área de refugiados de Baan Mai Naisoi. 

Madre e hija "padaung" en su puesto de venta.
         



Lamentablemente, las ayudas que recibían no eran suficientes para abastecer todas sus necesidades con lo que empezaron a desarrollar una actividad comercial gracias al turismo dentro de sus poblados.  El gobierno tailandés les prohibió desde un principio el cortar árboles, criar animales, poseer tierras y cualquier actividad económica relacionada con la explotación de los recursos naturales de Tailandia con lo que tenían poco margen para poder crear su propio sistema económico. Así pues,  cuando empezaron a ver que recibían visitas de extranjeros que gozaban de una gran curiosidad por conocer su tribu, empezaron a esforzarse para que sus costumbres tuvieran continuidad. Las mujeres “padaung” (mujeres de cuello largo) continuaron llevando sus característicos aros de latón y demás adornos para estar más presentables y parecer todavía más exóticas al ojo del viajero.  Esto originó el principio de una actividad económica que hoy en día determina su única fuente de ingresos. Hoy en día, además de posar y hacerse fotos (muy orgullosas) si el turista lo desea, venden artesanía que ellas mismas elaboran con ayuda de algún que otro intermediario. 




Existe mucha polémica entre viajeros a la hora de hablar de las tribus Kayan. Mucha gente piensa que el visitar estas aldeas es ir a ver un circo en el que torturan a las mujeres y en el que únicamente tratan de venderte “souvenirs” otros, en cambio, defienden que estas personas viven de la manera que quieren ya que su pueblo está arraigado a costumbres centenarias. Nosotros no estamos a favor de ninguna de estas opiniones opuestas, sino que tenemos una propia. Primero, creemos que uno tiene que visitar una de estas aldeas y conocer los antecedentes de esta población, la historia de sus vidas, para poder opinar con propiedad. Realmente son personas fieles a sus tradiciones que decidieron no abandonarlas para que no cayeran en el olvido y se convirtieran en algo que realmente no son, por mucho que ya no estuvieran en su país de origen. Sin embargo, sabemos que el seguir con sus tradiciones, por ejemplo cargando con esos pesados aros, les puede suponer a las mujeres graves problemas de salud, además de la dificultad para realizar muchas tareas físicas. Por otro lado, gracias al haber seguido defendiendo sus tradiciones, han atraído a turistas y viajeros  ofreciéndoles la posibilidad de poder ganar dinero por ellos mismos.

Joven "padaung" tejiendo una bufanda. 

La risueña abuela de la tribu.

El simpático niño que nos seguía a todas partes.

Las mujeres Kayan nos explicaron que para beber deben usar una caña de madera, para rascarse, se introducen un palo entre su piel y los aros como pueden y que para dormir apoyan su cabeza en un pequeño banco de madera. Pensamos en que visto desde fuera esto puede parecer una cruel tortura y explotación pero hay que saber entender que estas son sus tradiciones y que si gracias a ellas pueden ser personas económicamente independientes, nos debe parecer respetable. ACNUR denunció hace unos años la explotación turística que sufrían estas mujeres aunque ellos mismos no quieren terminar con esta actividad. Supongo que lo que realmente le preocupa  a la ONU es que el dinero que ganan no vaya a parar a ellos sino a demás empresas e intermediarios. Sin embargo, creemos que no es así ya que la entrada que cobran para entrar en el poblado y las ganancias por la venta de sus artesanías van directamente a ellos (al menos eso nos explicaron). 

Mujer "padaung" cantando una bonita canción con su rudimentaria guitarra.



Niños jugando a fútbol en el patio del colegio.
En la actualidad, la mitad de las mujeres de la tribu llevan los aros. El llevarnos o no llevarlos es totalmente opcional, nadie dentro de su poblado les va a obligar. Sin embargo, si los padres necesitan ganar dinero se verán obligados a forzar a sus hijas para que sigan con la tradición. No solo basta que los padres quieran que sus hijas lleven estos adornos sino que únicamente pueden llevarlos las niñas nacidas en luna llena a las 12 de la noche, ni un minuto más ni un minuto menos. De no cumplir con estos requisitos, por mucho que quisieran seguir con la tradición, no podrían llevar los aros. Nosotros fuimos testigos de ello ya que vimos como sólo unas pocas niñas de la aldea los llevaban.

Jovencísima niña "padaung". 




Las niñas que pueden y quieren llevarnos, empiezan a colocarse los aros a los 6 años y van añadiendo uno o dos cada par de años hasta los 16. Una vez llegan a esta edad, pueden elegir quitárselos o bien, seguir con ellos de por vida ya que al cabo de muchos años, si se los quitaran, les provocaría la rotura de su cuello y se asfixiarían. Sin embargo, hasta los 16 no tendrían ningún problema de salud al quitárselos. Los anillos pueden llegar a pesar hasta 5 kg y además de en el cuello, muchas también los llevan en los tobillos, muñecas o piernas. 

Los pesados aros de latón.
El significado que tienen los aros según su cultura es principalmente el de sentirse y mostrarse más bellas (ya que para ellas los anillos suponen joyas) pero también  representa un símbolo de posesión de sus maridos y de riqueza, como nos explicaron. Además, se dice que con los aros tienen una apariencia de dragón, animal que veneran y que simboliza protección. Mucha gente piensa que es para evitar mordeduras de tigres, otros para que parezcan más feas y no puedan ser esclavizadas por otras tribus y otras personas opinan que sirven para alargar mucho el cuello y parecerse a una jirafa (comparación que les ofende). Los aros provocan que se les aplaste la clavícula y las costillas y no tanto un alargamiento del cuello. Las mujeres kayan detestan que les denominen “mujeres jirafa” y de hecho, en Tailandia, las llaman “long neck” (cuello largo).




Tal como nos contó nuestro guía, hoy en día están habiendo negociaciones para que estos habitantes regresen a su país de origen ya que Mynamar (Birmania) salió de la represión militar ya hace años. Nos contó que probablemente dentro de no mucho tiempo ya no existiría esta minoría étnica en este país. De momento, en la actualidad, estos refugiados no tienen permitido pernoctar en ningún lugar de Tailandia que no sea su aldea. Sus habitantes sólo pueden salir de allí si no llevan los aros en el cuello y deben solicitar un permiso a las autoridades locales. Viven de manera muy humilde, sin apenas posesiones, en rudimentarias chozas de madera, uralita, bambú y hojas de palmera.


Vimos en los ojos de todas esas mujeres jóvenes y no tan jóvenes, que deseaban poder volver a su Birmania natal y abandonar este país que les ha protegido y ayudado pero que al mismo tiempo les ha privado de libertad. Es realmente triste ver cómo tuvieron que abandonar sus orígenes y renunciar a sus vidas para poder salvarse y esforzarse para sobrevivir en un territorio hostil como era la frontera entre Birmania y Tailandia. Uno siente mucha impotencia al ver como carecen de libertades y como sus esperanzas por regresar a casa se van esfumando. No podemos ni imaginar cuán ardua puede llegar a ser la falta de identidad de las nuevas generaciones, el no saber quién eres, si no eres ni birmano ni tailandés... El simple hecho de saber que nosotros podemos entrar y salir de la aldea cuando queramos y que ellos no, es algo que te sumerge en una profunda reflexión. Lo verdaderamente importante para nosotros no era verlas ataviadas con esos impactantes anillos sino el conocer cuál era su historia y dejarnos embriagar por sus tímidas sonrisas que, con posiblemente mucho esfuerzo, regalan a los visitantes. Viéndoles a todos ellos es cuando piensas que como en casa no puedes estar  en ningún otro sitio y que, tristemente, no para todo el mundo estar vivo significa vivir en libertad.


A pesar de la controversia que suscita el visitar a estas tribus, para nosotros significó una experiencia sobrecogedora repleta de enseñanzas personales en la que pensamos que pudimos contribuir de manera positiva a la economía de su gente a pesar de la tristeza que nos envolvió al conocer toda su dura historia y su triste situación.


Al día siguiente nos teníamos que dirigir hacia nuestra siguiente parada así que decidimos invertir nuestra última tarde en Mae Hong Son dando otra vuelta por la ciudad y yéndonos pronto a nuestra efímera casita para hacer las maletas. Llevábamos casi 11 días en Tailandia y no debíamos perder muchos días si deseábamos estar 30 días recorriendo Laos y conociendo tranquilamente el norte de Tailandia. Así que, el jueves por la mañana echamos mano de nuevo de pastillas para el mareo (¡menos mal!) y emprendimos un nuevo viaje por las sinuosas carreteras del norte. Pai, la ciudad más hippie del país nos esperaba.


Aquí tenéis nuestro vídeo-resumen: https://www.youtube.com/watch?v=hiqz90Bhi9o


Más información…
-        

   - Ticket de minivan a Mae Hong Son (desde la estación de Arcade de Chiang Mai): 250 THB (5’5 €).

           *El ticket se puede comprar con antelación. 
*

-   - Noche en 1º hostal ( Ban Mai Guest House): 400 THB (9 € aprox.)

            * Este alojamiento nos gusto, las dueñas eran muy amables y el sitio bonito y acogedor            pero  preferíamos mayor intimidad y ahorrar un poco más.
Dirección: 26/1 Chamnansatit Rd, Maung district, Mae Hong Son.
        E-mail: maemar05@hotmail.com
        Facebook: Baan Mai GH Maehongson.

-    - Cena en (Fern restaurant): 270 THB (6 €/persona)

     *  Dirección: 87 khunlumprapas Rd, Chong Kham, Mae Hong Son.

-    - Cena en (Mom & Son): 190 THB/persona (unos 4 €)
   
            * Dirección: Udom Chao Ni-Thet Rd, Mae Hong Son.

-    - Noche en 2º  hostal (Johnnie-House): 300 THB (6’80 €)

           * Nos pareció económico, la limpieza correcta, la cama incómoda, el trato amable, nos                 gustó la ubicación y también organizaban muchas excursiones.

-   - Lavandería (estaba en la misma calle de nuestro 2º hostal): 40 THB (0’90 €)

-   - Excursión a aldea Kayan con (Rose Garden Tours): 850 THB/persona (20 €)

* Nos parecieron muy profesionales y el guía nos encantó. La entrada a la aldea cuesta 5 € (incluidos en esos 20).  
Dirección: 86/4 Khunlumprapad Road, Muang, Mae Hong Son.

-    - Uso de ordenador (1-2 horas) en (Centro de Información Turística): 10 THB (0’22 €)

    *Son unas oficinas en las que se halla el centro de información turística. Nosotros pedimos un mapa y le preguntamos cosas a la chica que estaba allí pero resultó no saber absolutamente  nada de inglés y no tenía mapas ni nada con lo que ayudarnos. Sin embargo, el primer día   que fuimos nos dejó utilizar el ordenador gratis. Otro día volvimos, había otra chica que  tampoco sabía inglés, y pudimos utilizar el ordenador casi dos horas por sólo veinte  céntimos de euro. La ciudad tiene varios locutorios pero merece la pena buscar este centro  para ahorrarse dinero.

      Dirección: Th Khunlumpraphat.

   


TÚ, YO Y EL MUNDO. 

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